viernes, 16 de abril de 2010

Se va la 2º de Chefjec y su Boca de Lobo

Boca de Lobo, la indeterminación como principio estético e ideológico. ¬¬


La indeterminación es un principio que está inserto en la novela como clave de representación literaria.
Los ejes referenciales están diluidos: hay una imposibilidad de fijar el momento o tiempo en que transcurre la trama, de poder representar el espacio temporal, tampoco hay límites que delimiten geograficamente la acción, como la zona suburbana fabril que muy poco dice, el colectivo de donde baja todas las mañanas Delia no se sabe cual es, la fabrica no tiene marca o nombre que la nombre, en cada uno de estas principios de representación la indeterminación define los espacios de la novela.
Esas indefiniciones también parecen alcanzar a los personajes, no hay una marca referencial que nombre a la persona que dialoga con Delia, bajo la figura del narrador se oculta su yo indeterminado, desconocido, ausente. Pocos nombres propios aparecen en la novela tan solo Delia, la calle de los Huérfanos, Pedrera, por lo tanto la designación se rige por la vaguedad evitando en todo momento lo concreto.
La novela prescinde así de todas las marcas de lo real y se plantea en términos de una notoria indeterminación, que se enuncia por ejemplo en la disolución temporal:. “He leído muchas novelas, donde la gente vive en un mundo sin tiempo, quiero decir no tiene tiempo lineal mental, cosmológico ni de ningún otro tipo”. (p.70)
Una indeterminación que es, a la vez, uno de los problemas que enfrentan los personajes: “la gente precisaba retornar a una nada para alcanzar algo que sirviese como próximo refugio contra la indeterminación”. Así en esta oración el autor nos propone por medio del uso de “nada” y “algo”, ese espacio de lo indeterminado que todo lo acapara en la trama. Boca de lobo como ese lugar que se opone a la “determinación social”, definida como espacio social concreto, delineado claramente. Los personajes al ingresar a la Boca de lobo se sumergen en la profundidad de la indeterminación, la integración social se desintegra para construir una nueva forma que es: “ la desintegración social”. Los obreros de esta manera conforman un grupo social aislado, podemos decir que carecen de naturaleza social para constituirse en una grupo individual o tribu con características propias que lo definen y lo separan de la sociedad tal como: su forma de hablar, su oposición a la naturaleza y predilección por lo mecánico, etc.
Lo indeterminado es también lo inacabado, insustancial que narran los hechos reales de Boca de lobo, “ ¿ cómo se puede encontrar lo insustancial?”, es la clave o principio que persigue la novela, insustancialidad que como una evidencia se puede definir como: “Muchas veces he pensado que esos barrios jamás podrían haber sido materia sustanciosa para novela alguna”. El narrador desde su posición externa a la tribu obrera narra los códigos que definen la identidad del grupo, tal como un lenguaje, que es balbuceante, entrecortado: “Delia seguía, como siempre, con sus medias palabras”. Este grupo social no es definido por sus características personales, tales como: raza, religión sino tan solo por su ocupación que los define como algo insustancial ya que debajo de ese mundo se encubren los individuos: “[...] Los obreros como una tribu de seres excéntricos preocupados por cumplir su horario, calibrar los tornos y consustanciarse con materias primas y plazos de producción”. (p.113)
Nuevamente el espacio temporal influye sobre el compartimento de sus personajes: “Para ella el tiempo no avanzaba; [...] ese “ir hacia atrás” significaba que siempre ocupaba el momento previo, muy raramente actual. Delia era una persona que iba hacia atrás.
La representación del paisaje luce como un barrio a medio hacer, insustancial: “No puede llamarse ciudad el lugar en donde uno se pone a caminar y encuentra solamente ruinas maltrechas y tierra abandonada, como tampoco puede llamarse campo ese territorio señalado por la improvisación y la indolencia.” (p.118)
La propuesta del autor insinúa un tono verbal crítico hacia la situación del desamparado mundo proletario pero no propone una solución o salida como el naturalismo sino todo lo contrario son tan sólo tanteos, pensamientos y reflexiones que pautan vagamente, ordenan la sucesión de la historia pero al mismo tiempo lo caracteriza como el espacio de lo indeterminado, ya que la novela no propone ninguna moraleja, tan solo un esbozo social, sólo eso: “Quizás haya pocas cosas menos necesarias que mencionar las injusticias del mundo”. Por lo tanto, en la novela la propuesta o compromiso de denuncia social es tan inútil como imposible. “El estatuto de lo que, bajo otra concepción de la literatura, fuera la composición de una realidad social, se convierte en Boca de lobo en una representación de la irrealidad social en su descomposición” .
Esos pensamientos vertidos sobre el universo obrero carecen de certeza y su tenue consistencia concreta se diluye rápidamente para disgregarse, desvanecerse impidiendo cualquier conclusión determinante. Chefjec encuentra la materia para esta novela en lo formulación de lo incierto, tentativo, nada relacionado con el fin concreto, determinado.
Así Boca de lobo no se sostiene en un proyecto estético que muestra la literatura que solo tiene consideración por que se escribe sin mucho esfuerzo, sino que luce por alcanzar un alto grado de complejidad en la representación literaria que la aproxima a una novela perfecta.


2) Representación urbana como eje del imaginario literario en Boca de lobo.
“Las casas están alejadas, como si fueran ranchos pampeanos, o imbricadas unas en otras, formando una especie de casbah, una villa miseria cuyo laberinto de puertas, corredores, dormitorios y baños tiene mucho de los espacios soñados: un Piranesi de la pobreza”.
- Describa y analice estas dos maneras de la representación urbana propuestas por Beatriz Sarlo en una lectura de Boca de lobo de Sergio Chefjec.

La representación urbana es un cuadro de una desoladora realidad social, zonas fabriles que son retazos de la pobreza marginal de la clase obrera. dice el narrador: “...todo lo que se edifica es una promesa de ruina, lo que se acaba de levantar también. Uno vive rodeado de escombros; habitar casas significa habitar ruinas –y esto no lo digo sólo en un sentido literal.” (p.27)
El mundo obrero, su entorno topográfico y la desesperanzada vida cotidiana son parte de la materia prima de esta novela. Los suburbios urbanos están construidos sobre tomas fotográficas dirigidas por un ojo de agudo sentido sociológico, imágenes que se ordenan entre sí conformando una panorámica etnográfica de diferentes densidades. Así los objetos pueden ser organizados temporalmente en diferentes estratos como por un lado las vetustas y carcomidas casas de materiales diversos, plásticos de una reciente civilización industrial mixturados con chapas viejas de otra épocas y en un estrato más bajo, es decir el más antiguo, el piso de tierra. Muestra etnográfica que permite construir una realidad espacial: “La casa era un rancho y en esto también se parecía al baldío de los cardos. Piso de tierra, muebles desnivelados, unos artefactos carcomidos, manchados por el óxido ... No me extenderé sobre el escenario; sólo agrego que las ventanas eran agujeros hechos a la fuerza sobre las paredes” (p.42)
Las imágenes se organizan contribuyendo a la conformación de la “zona”, una orilla que es una sucesión de elementos: construcciones fabriles sobre la grilla urbana que se confunde con la espacios espaciosos de la pampa: “Esa zona era de calles apenas inclinadas. Recuerdo que las construcciones daban la impresión de haber sido puestas al azar. Grandes locales industriales lindaban con casas de poco más de cinco metros, ordenadas en hileras apiñadas – aquí las filas se hacían irregulares, se acercaban– para aprovechar lo ventajoso de los terrenos altos. Pero también sucedía a la inversa: un galpón angosto, en la práctica un cuarto, albergaba una fábrica con diferentes turnos de trabajo, y algo más alejada otra vivienda se levantaba en el centro de un terreno amplísimo quedando perdida entre la vastedad.” (p.10). Y luego: “Llegamos a la casa, aislada en el centro de una manzana hipotética, sin fronteras a la vista...Los terrenos estaban delimitados con alambres, con cercas precarias o con unas piedras y bloques partidos que prefiguraban tapias. No había otras construcciones... Tampoco había árboles, solo arbustos y un pasto precario creciendo entre las matas espinosas. El sendero, angosto y accidentado, era una brecha abierta por los pasos que llegaban hasta la casa, levantada en el centro del extenso lote como si fuera en núcleo del universo” (p.41)
Una representación de los nuevos arrabales industriales como: “No había sitios ni confines, tampoco espacios vacíos o colmados.”
Espacios suburbanos que comparten algunos elementos de la ciudad pero sin la multitud característica propia de estas zonas fabriles: “La soledad de las calles atraía los sonidos alejados. Por ejemplo, se seguían oyendo aunque fuera en sentido contrario al nuestro y se alejara cada vez más, el colectivo”.( p.11)
Las panorámicas del barrio se arman sobre el descubrimiento que el narrador va haciendo como un turista sobre diferentes recorridos, itinerarios y desplazamientos: “Fuimos con Delia derecho hacia una casa, una casucha levantada al fondo del baldío, en el borde de la otra calle, un pequeño galpón en cuyo vacío resonaba un rumor de amplitud, de espacio abierto, de silencio sin obstáculos.” (p.18)
La elección de esa zona suburbana representada como la oposición el centro urbano es decir a la periferia es también parte de la gustos por la elección de las alternativas que ofrece este escenario a sus habitantes, calles pavimentadas, de tierra, caminos o senderos entre los baldíos de cardos diferentes, opciones de distintos desplazamientos que conforman diferentes diseños de itinerarios en el mapa de la zona: “Las partes que más atraían a Delia eran justamente los bordes, el perímetro donde el pasto ralo y descuidado convivía con materiales en desuso, [...]”.(p.22)
La posibilidad de construir una zona esta limitada tan solo al nombre de dos calles Huérfanos donde Delia descendía del colectivo, lo que nos da una pauta que esta es la calle principal del lugar y Pedrera: “Hacia el norte después de la esquina de los Huérfanos venía la esquina de Pedrera. Pocas veces fuimos en esa dirección ... Es curiosa la ambigüedad que pueden tomar los sitios y las orientaciones. Pedrera no era el límite de nada, sin embargo allí comenzaba algo que empezaba en realidad mucho después, varias cuadras más allá, un abanico de manzanas sin otra denominación fuera del genérico “más allá de Pedrera ... ” (p.24)
Los desplazamientos del narrador y Delia se organizan sobre estas dos calles que al mismo tiempo constituyen una frontera, siendo el más allá espacios que definen la “boca de lobo”:
“No fuimos hacia Pedrera, tampoco hacia su casa; nos adentramos en una zona a medio construir, con casas apenas levantadas hasta la mitad... De noche era difícil discernir si eran ruinas o si se estaba construyendo algo en particular: barrio, caserío, vecindario, casas aisladas. [...] ,todo lo que se edifica es una promesa de ruina, lo que se acaba de levantar también. Uno vive rodeado de escombros; habitar casas significa ocupar ruinas –y esto no lo digo en sentido literal”. (p.27)
Zona que une la urbanidad artificial a la naturaleza de los espacios campestres, elementos que opuestos entre sí son colocados como una antítesis de la hipótesis romántica (Mundo natural versus. Mundo industrial): “ En el interior del rancho, una vez acostumbrado a los olores de la casa, se respiraban los olores del campo silvestre, o en todo los olores aproximados a algo denominado silvestre”. (p.48) Y también la naturaleza como punto de referencia del lugar: “Aparecía al costado de los Cardos, frente a la parada del colectivo en la esquina de los Huérfanos, a metros del arroyo donde habíamos visto a los hijos de F, en la esquina (si es que podía llamársela así) de la casa de su amiga, etcétera.”(p.196)
La topografía arquitectónica del lugar permite la construcción de diseños característicos de la “zona” como: “La casa atrás, el ancho territorio adelante. Algo pequeño justificaba algo grande; pensé que la vastedad es accesoria cuando existe un epicentro ...” (p.58)
La indeterminación es el principio de la representación de estos espacios suburbanos fabriles, los lugares, la geografía determinan los desplazamientos de los personajes por: “Esto se hacía más evidente cuando debía atravesarse el interior de unas casas para llegar a otras, y a la inversa si se quería salir de Pedrera, o cuando uno se encontraba con sitios que, siendo particulares, edificados o no, pertenecían a varios hogares a la vez. Mi cama, por ejemplo, estaba junto a un pasillo que comunicaba dos salas con un baño, que por otra parte también debía atravesarse para llegar a un conjunto de casas que se levantaban más allá, arracimadas. A veces me ponía a pensar en esa geografía y no encontraba palabras para los imperiosos y alocados recorridos que imponía a los habitantes, como el simple acto de atravesarla fuera un ritual de sometimiento a su autoridad.” (p.76)
Delia esta ligado a estos materiales indeterminados que configuran sus vivencias cotidianas: “ Al fondo se distinguía el dibujo de una fabrica, un detalle que no se podía dejar de estar, tan presente como estaba en la vida de Delia” (p.151)
Por último, la ciudad se oculta bajos las sombras de los espacios indeterminados produciendo la invisibilidad o la pérdida de los contornos de los objetos lo que configura una zona confusa, oculta por la oscuridad de las boca de lobo como: “Pensé: lo que queda de ciudad se hace más campo por la noche, de un modo tan preciso que a la mañana siguiente nunca se recupera todo el terreno perdido”. (p.122)

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