viernes, 16 de abril de 2010

Evaristo Carriego y el Palermo del 900

Evaristo Carriego: El poeta de Palermo que le canta al arrabal y a la cultura popular.


“La canción de barrio”, permite establecer la relación directa que el poeta tuvo con su barrio que en cierto modo definen la índole de su empresa estética. Los distintos poemas que integran “La canción del barrio” muestran a un Carriego que encarna a un poeta comprometido, sus versos describen un acercamiento a la cotidianidad del barrio, Palermo, así las poesías dejan trascender escenas urbanas como: los sonidos del organillo, las personajes representativos del lugar, guapos, malevos, los gringos. Las imágenes poéticas permiten observar un retrato social de la época con diferentes actores sociales que dan vida al escenario barrial. Estos nuevos movimientos poéticos se caracterizan por la representación de la cotidianidad y el compromiso social por reflejar los problemas de la realidad del siglo, en esta línea poética Carriego muestra sus afinidades por Almafuerte. Un barrio que se exhibe al desnudo y con naturalidad sus miserias y alegrías y también un evidente temor al proceso de urbanización que estaba sucediendo en esa época (1900/1910) en Palermo y que se puede expresar en la pérdida de la calma barrial pero aún más objetivamente, en el cambio de la costumbres de pueblo a las de ciudad, todo ello se exterioriza en la tristeza nostálgica del lenguaje poético. “La parte de Buenos Aires que el poeta realmente habitó, en cambio, había dejado ya de ser la bravía tierra de nadie que añoraron los tangos y los radioteatros. Salvo una zona de corralones y pistas de baile (donde, Carriego alcanzó a conocer cuchilleros)”. En parte aquél Palermo de antaño era un pequeño pueblo escindido aún del centro de la ciudad pero que se oponía muy tenuemente a las fuerzas de la modernidad que iban a culminar con un ciclo en donde la tranquilidad de las calles reflejaba el estilo de vida de sus pobladores: criollos e inmigrantes. El siglo XX trajo consigo una serie de cambios: las ciudades crecían para dar albergue a sus habitantes, el transporte público, como el tranvía, produjo una gran revolución al unir distancias lejanas entre el trabajo y el hogar. Justamente este nuevo mundo comenzó a percibirse como un mundo perdido, la nostalgia por un barrio que cambia indefectiblemente se manifiesta en Carriego.
“Si en la literatura argentina el barrio es, según Borges, un invento de Carriego, el propio Carriego es para toda la una zona de la literatura de la tradición literaria de argentina, un invento de Borges, que a su vez en ese acto contribuye a inventarse a sí mismo y a buena parte de la tradición literaria argentina.”
Es esa porción de la ciudad, el barrio, el que fue destacado por muy pocos poetas y en Carriego es una marca indeleble en su poesía, las historias de costureras, guapos, por ejemplo se mueven en el escenario barrial marcando el ritmo de sus actuaciones. Así Palermo es el lugar idealizado románticamente que permite colocar la figura del guapo al lado de la figura de un santo o héroe de las novelas de Dumas. La retórica del sencillismo tan afecta al gusto poético del autor, es una forma de extrañamiento, descripción minuciosa de pequeños detalles de la vida cotidiana barrial. La apacibilidad de la vida barrial es un fiel reflejo de esa búsqueda de Carriego por escribir sobre lo que sus ojos veían diariamente y es también en casos extremos una forma de denuncia barrial ante el mal ejemplo social, el marido golpeador de el poema “El amasijo”, tipo que se repite en otros títulos más. El barrio es tan fundamental en la inspiración poética de Carriego para quien: “El ritmo cansino y los tonos apagados que proponía la vida barrial podrían tener ese efecto en el espíritu disconforme del poeta, agudizando sus sentidos en los detalles. La aceptación de los modos de sentir y pensar del vecindario habría permitido dejar de lado las demandas que impiden a la palabra transcurrir con soltura. Carriego habría encontrado allí las máscaras que anhelaba para eternizarse en sus poemas.”
El ritmo de esa lenta urbanidad expresada en Palermo es la voz de la poesía pausada, una prosodia, una cadencia que articula las palabras al repertorio de las actitudes de los personajes del barrio, esa manera de respirar de Carriego es la que interesó a Borges para fundar su institución literaria: “Borges se queda – y nunca la confiesa– con lo que mejor aprendió en ese tránsito: a respirar el castellano de una manera argentina, o rioplatense, a asentar la densidad de la dicción en un modo de escandir y entonar que es vivido como propio en el sentido en que se vive fatalmente la propia corporalidad” .
“El alma de suburbio” refleja ese escenario barrial con sus arquetipos: el “gringo musicante” que le imponía sus sonidos a las voces de la vida cotidiana de Palermo, los gritos de algarabía del conventillo, a los voceos de los vendedores ambulantes de periódicos, a los chismoreos de las comadres del barrio y a las de los hombres, música que le imponía sus ritmos a los quehaceres cotidianos. Los arquetipos de la mitología personal y porteña están ordenados poéticamente bajo un proceso enumerativo: “el gringo musicante”, “las comadres del barrio”, “los parroquianos de la cantina”, “la tísica de enfrente”, “la mujer del obrero”, “el marido que vendrá borracho”, “las costureritas sentimentales”.
El barrio tiene sus instituciones mundanas como “La cantina” que luce como el lugar del encuentro, para el juego y las noticias del momento, la calle luce bullanguera por el decir de la gente al compás del tango “La morocha”, bailado por dos orilleros, la “tísica de enfrente” que salió a la calle a lucir toda la melancolía, la mujer del obrero que piensa que tal vez su marido vuelve borracho. Y suenan las diez el barrio enmudece, las calles se muestran desiertas tan sólo algún can bohemio sarnoso deja verse y el gringo, “Chopin nocturno” que se aleja por los arrabales con su “alma de suburbio, ruda y sombría”. Toda esta poesía conforma una instantánea, un corte sobre el eje temporal que permite dilucidar un momento determinado de las vivencias barriales. Cada uno de los personajes del lugar están descriptos minuciosamente con la simpleza del lenguaje vulgar, callejero del “sencillismo” que es la forma de mostrar en forma cruda y desprejuiciada la cotidaneidad barrial. Estos versos son para el poeta la clara representación de su búsqueda por materializar intensamente y profundamente el ámbito donde él vive intensamente sus experiencias y también una forma de abandonar aunque no totalmente la retórica del modernismo.
Palermo, muestra su cara visible por medio de la representación de sus arquetipos que son conformados por el alma del suburbio, así sus casas bajas, humildes ostentan la marginalidad de la orilla borgeana como en otros pasajes de: “La viejecita”, dejan traslucir la imagen de aquellos espacios solitarios y marginales representados por: “Los arrabales tienen sus puras tísicas Damas de las Camelias” y “Madre haraposa, madre desnuda, manto de amores de barrio bajo”.
Es el barrio, su marginalidad lo que da forma a “los guapos”, personajes marginales que sólo conocen su propia ley. El suburbio el espacio en donde estos hombre se refugian y en donde, desarrollan sus actividades. Los guapos son retratado por Carriego como verdaderos héroes o mitos vivientes, así en: “El Guapo”, es el culto al coraje de estos hombres lo que exalta sus virtudes y en donde sólo en ellos, la cualidad de la fuerza y valentía son armas para ganarse el respeto del prójimo, la fama que labraban de sí mismos con sus hazañas de rencillas los hace transcender la barrera del héroe a la de santos como la dedicación de admiración: “A la memoria de San Juan Moreira, muy devotamente”. Aquí en esta representación poética del arquetipo del “guapo” el poeta se permite establecer una disgreción: “Carriego se enfrenta con un mito que traslada de la zona rural a la urbana: Juan Moreira se vincula con el guapo, cuya esfera de acción oscila en ese espacio límite que fueron, en un momento, las orillas de la ciudad, pero que afinca su prestigio en el barrio” . La representación poética es el perfil de este personaje barrial: “El barrio le admira, cultor del coraje, conquisto a la larga, renombre de osado” y luego: “...pues todo el Palermo de acción le respeta y acata su fama, jamás desmentida”; su aspecto facial era una mascara de imborrables huellas que lo caracterizaba: “Le cruzan el rostro, de estigmas violentos, hondas cicatrices..”, las hazañas de estos hombres eran motivo de conversación en las reuniones, así: “En las esquinas o el patio, de alegres reuniones, le oye contar hechos, que nadie le niega: ¡ con una guitarra de altivas canciones/ el es Juan Moreira, y él es Santos Vega.” Y por último el lugar o zona de su influencia: “Pronto a la pelea –pasión del cuchillo que ilustra las manos por él mutiladas–/ su pieza, amenaza de algún conventillo...”. Carriego recoge del barrio todo aquello que por medio de una percepción le permite describir una escena barrial pero modificada por su sentimentalidad valorada por la emoción de los imágenes y realidades del entorno del suburbio como en: “El alma del suburbio” y “La canción del barrio”.
“En el barrio” el poeta deja un mirilla entreabierta que permite observar como eran las costumbres sociales de un barrio popular como Palermo del 900: “Ya los de la casa se van acercando/al rincón del patio que adorna la parra, y el cantor de barrio se sienta, templando, /con mano nerviosa la dulce guitarra. Y luego: “¡Palermo le ha oído quejarse, cantando celos que preceden la puñalada!”
De las poesía bajo el título de “Ritos en la sombra”, el poema llamado, “Imágenes del pecado” Pubertad de conventillo/ que, en su génesis, halaga/ [...] que presume ingenuamente/ de Manón arrabalera,/suavemente flageladas por las sedas del Delito.
Cortesana de suburbio,/ que se sabe mustia y vieja. La miseria es la enfermedad que perturba a sus habitantes y provoca la caída y marginación social que conlleva a la prostitución a sus víctimas, niñas púberes regenteadas por viejas cortesanas, los espacios marginales del arrabal son los lugares de residencia para estas orilleras mujeres. El tono de denuncia y conmiseración que afloran en las palabras crudas de esta poesía de Carriego apunta a contar estas tristes historias del suburbio, al no acultarlas o dejarlas en el olvido le permite explicar bajo un tono sociológico que: cómo la indiferencia humana de los vecinos sumado a la geografía de los arrabales y sus miserables casuchas son fuerzas que condenan a sus moradoras femeninas a realizar estas labores. Como expresa Sarlo: “El ciclo de la prostituta se refleja en toda una época de la mitología del tango, sobre la cual la versión que de la realidad forjó Carriego influyó preponderantemente” .
Bajo la denominación de “Poemas Póstumos”, “En el Café” y “Otro chisme” describen al café como la institución barrial del encuentro de amigos, vecinos que son rostros habituales del lugar y en “Otro chisme” todos los relatos chismosos que el mismo barrio produce y consume plácidamente en diferentes versiones que permiten establecer relaciones con “pueblo chico, infierno grande”. Ambos poemas son formas mediatizadas de representar la realidad, de trasladarla por medio de lo que se dice y se comenta, de convertirla en hecho social por medio de la noticia barrial que llega a oídos del poeta quien la pone en verso.

1 comentario:

  1. Hola! Muy bueno esta entrada! Preguntita: ¿en que libro apareció esto de Sarlo.

    Gracias!
    Juan

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