domingo, 18 de abril de 2010

Ricardo Piglia y su máquina sinoptica de La ciudad Ausente


La ciudad como máquina sinóptica en La ciudad ausente de Ricardo Piglia




Una máquina constructora de historias clandestinas es la que provoca la investigación de un periodista del diario el Mundo, Junior. El afán de investigar de este periodista se confunde con el rol del detective que procura reunir pruebas con la intención de develar el misterio del funcionamiento de la máquina de Macedonio que produce los relatos. La trama como un tejido se va uniendo para conformar un género híbrido ficcional-policial. La predilección del autor por el género policial permite dilucidar como una presencia fantasmal del detective Marlowe – de la novelas de Raymond Chandler- en la figura del periodista Junior.
La ciudad Buenos Aires, funciona como el espacio de la representación de las historias de la máquina sinóptica que abarca la zona del microcentro en donde edificios desaparecidos
–Mercado del Plata entre Pasaje Carabelas, Carlos Pellegrini, Sarmiento y Juan Domingo Perón, el Trust Joyero, en la esquina de Corrientes y Diagonal Norte- confluyen con otros actuales, definiendo una zona que luce los escombros del pasado en el presente, así la trama se estructura en un eje arqueológico al descubrir los restos de una civilización desconocida en el presente ficcional y superponerlos con otros edificios actuales, lo moderno y antiguo se entremezclan esculpiendo una ciudad ausente que trabaja sobre réplicas, representaciones urbanísticas de los espacios de la imaginación, y sobre la percepción de una representación de lo irreal, de lo que nunca uno ha visto, y “en definitiva trata sobre el modo de hacer visible lo que ha desaparecido y sobre qué hacer con las imágenes y las voces que se han perdido pero persisten todavía, como fantasmas, en los nudos blancos de la memoria” . El recorrido de Junior, buscando pistas permitirá hacer un itinerario que conformará el mapa ficcional de La Ciudad Ausente: Av. De Mayo y Piedras, el Hotel Majestic, la ciudad oculta que desarrolla sus actividades en los pasajes subterráneos de la Av. 9 de Julio, espacio en donde circulan los relatos apócrifos o veraces de la máquina de Macedonio. Los diferentes lugares pueden ser vistos como puntos en un plano, que conforman una zona delimitada por la calle Piedras, al Este; Av. De Mayo y luego Hipólito Yrigoyen, al Sur; Av. Corrientes hacia el Norte y un extremo Oeste que se extendería imprecisamente en las calles Sarandí, Rincón o Paso que fijarían la ubicación del Museo de la Eterna. “El museo quedaba en una zona apartada de la cuidad, cerca del parque y atrás del Congreso”.
Junior opone la dualidad ciudad-campo como espacios contrapuestos, “son todos drogadictos, en el campo. Alucinados” y también en donde hay langostas, estas dos razones refuerzan su predilección por la ciudad. Además el campo es descripto como un camposanto en donde descansan los muertos políticos: “metían el camión de culata y mataban lo que traían, todo lo que traían”, decía don Monti: “este es el mapa del infierno ..., era un mapa de tumbas desconocidas, con una parte escarchada como una losa y después tierra o pasto”. También el campo como espacio de la libertad para los anarquistas, filósofos, místicos hasta Macedonio anduvo por esos campos.
La ubicación de las actividades clandestinas en las librerías y bares de los pasajes subterráneos definen un ideologema, en el sentido que: bajo la tierra existe otra sociedad que opera al margen de la ley, buscan huir a la clandestinidad, se ocultan de la luz de la justicia y transitan por las penumbras subterráneas que produce como un manto de sombra o velo de impunidad, que les permite desarrollar las actividades prohibidas en la superficie. Así los pasajes que se comunican con el Mercado del Plata están conectados entre sí, demarcan la zona de las actividades clandestinas de la resistencia. “Está lleno de copias en toda la ciudad, los hacen en Avellaneda, talleres clandestinos de la provincia, en los sótanos del Mercado del Plata, en el subte de 9 de Julio.” . La ciudad entonces deja percibir la tensión entre el objeto real y el imaginario, que no existe: todo es real, todo esta ahí como sostiene Macedonio Fernández.
La máquina deviene en una generadora de ficciones. “La ciudad ausente es una novela sobre el arte de narrar” . El relato evidencia el principio de pensar y narrar al mismo tiempo a la forma literaria de Macedonio y Borges.
Los relatos de la máquina de Macedonio delinean mapas, cartografías en la que cada uno de los relatos dejan percibir huellas de su fundación mitológica, dichas historias con su fuerza argumentativa conforma un arsenal de lecturas variadas: Arlt –las manchas de sangre de Erdosain en un vagón de tren en una de las salas del museo, las locas como en Los siete locos, Borges en el arte anecdótico del narrar y en la ironía de Piglia: “se supo que hasta los cuentos de Borges venían de la máquina”, Macedonio Fernández en la posibilidad de narrar y pensar que suscita la reflexión metafísica y la posibilidad de la ficción de corregir la experiencia y “el estilo oral que nunca es lexical sino que se juega en la sintaxis y el ritmo de la frase...”3 , Joyce, en su canto narrativo del Finnegan Wake, Chandler, en la personificación de Junior-Marlowe que busca pistas para develar el secreto que oculta la máquina de Macedonio en su interior, Dick en la construcción de una ciudad futurista con resabios de un pasado de esplendor y un presente corroido, Poe, en la primera historia que reescribe la máquina, Henry James en el relato que repite la niña sobre el anillo de Venus.
La historia de la máquina comienza con la traducción de la obra William Wilson de Poe pero “ el relato se expandió y modificó hasta ser irreconocible, se llamaba Stephen Stevensen. La primera obra, había dicho Macedonio, anticipa todas las que siguen. Queríamos una máquina de traducir y tenemos un máquina transformadora de historias”.
La máquina es invención de Macedonio, a quién le parece “más divertido que la radio, decía, pero todavía es prematuro cantar victoria” –página 42.
El museo es una máquina sinóptica que produce con efecto alucinatorio de diferentes escenarios que explotan con sus historias verdaderas. En la pared del fondo estaba el espejo, y en el espejo, la primera historia de amor: primer amor, historia de amor infantil. Luego en otra sala del museo, una pieza de una casa familiar sin muebles y con tan solo una cuna con una muñeca en su interior, que permite recrear las escenas de la nena que padecía de una enfermedad llamada “extravagancias de las referencias”, que le impide tener un lenguaje fluido, desconocimiento del tiempo y sintaxis, que por ello motiva a su padre a intentar incorporarle musicalmente la coherencia del ritmo que ella padecía, después él decide contarle historias breves –p.56-. Finalmente una tarde la niña repite una de las tantas variaciones de la historia que le contaba su padre– la versión de Henry James, The Last of the Valeri- esta última es la que cuenta la niña. “Junior vio el anillo y vio las sucesivas versiones de la historia del anillo”-pag.59-. Luego una foto para soñar la mujer pérdida, reproducción ampliada de la mujer de Macedonio, Elena. Macedonio no intentaba producir una replica del hombre, sino una máquina de producir réplicas de relatos, su objetivo era anular la muerte y construir un mundo virtual que reemplace su mundo perdido.
Piglia en “La ciudad ausente” intenta producir la ilusión de mundos posibles –como afirmaba Leibniz en su teoría–, en donde exista una ciudad libre de gobiernos autoritarios, un espacio utópico en donde la ficción u imaginación sea la materia prima de los relatos que permita tallar la memoria activa ciudadana.
.La novela se estructura con varias historias paralelas de la máquina de Macedonio, relatos que
demuestran la imposibilidad de narrar de sus personajes: el profesor húngaro que conocía en profundidad el Martín Fierro pero que no podía hablar con otras palabras que no sean las de este libro; la niña que estaba ausente del habla y que era incapaz de nombrar los objetos, dos personajes carentes de la posibilidad de narrar, contar historias.
Piglia construye la ficción de la ciudad ausente, ciudad moderna que ha perdido la posibilidad del relato y que carece de historias, se ha olvidado de su pasado o carece de tal, solo se vive el presente cotidiano, pero en contraposición la máquina de Macedonio en el Museo de la Eterna se convierte en una fuente inagotable de relatos que reconstruyen el pasado ausente y desconocido. La infinitud de la memoria artificial de la Eterna, que fue concebida como compañera de Macedonio Fernández para mitigar el dolor producido por la muerte de Elena –su esposa- que tendrá vida eterna y por lo cual a la muerte del poeta estará condenada a vivir en soledad y nunca acallar sus pensamiento.
Un estado represivo que actúa sobre la censura de la palabra escrita, documento que simboliza la memoria. El olvido del pasado o la imposibilidad del recuerdo como la negación de las experiencias ciudadanas .
La ciudad es mostrada como una sociedad que ante el shock de algún estimulo violento ha perdido la posibilidad de narrar, contar lo que ha acontecido; como dice Benjamin una sociedad que esta impedida de narrar los sucesos traumáticos que han producido el enmudecimiento.
La ciudad ausente es el lugar de la denuncia sobre un estado totalitario que mata a sus ciudadanos, de desapariciones de personas que son enterrados en los campos, el terror de contar lo vivido que opera en las conciencias individuales como un olvido o incapacidad de narrar, todos son testimonios de la violencia politica, y por lo tanto, el estado es la única voz autorizada para expresarse y por esta razón no permitirá que los relatos de la máquina se oponga a su ley autoritaria. La defensa de la ciudadanía ante la censura y la ley represiva es la máquina de Macedonio: “La inteligencia de estado es básicamente un mecanismo técnico destinado a alterar el criterio de realidad”. “Nosotros tratamos de construir una réplica microscópica, una máquina de defensa femenina contra las experiencias y los experimentos y las mentiras del estado.”
La novela en su ficción recrea la realidad política argentina, transita en la ficción para mostrar una realidad opresiva, tortuosa, descabellada. La trama mantiene la insistencia obcecada del poder de la ficción contra una realidad peligrosa, devastadora, el poder político de voz autoritaria, un estado de sitio que intenta controlar las conciencias sociales como en: “Hay que protegerse en este país, donde persiguen a la gente por su pasado” –en página113.
Si la superficie de la ciudad esta organizada por leyes, la otra cara oculta de la ciudad, lo subterráneo es el espacio que desconoce las reglas, normas y permite la libre circulación de los relatos que son clandestinos en la superficie urbana. Ese mundo subterráneo, los pasajes de los subtes, actúan como espacios de la ciencia ficción, que se sustenta en la construcción de un objeto distópico, fantástico en donde las siluetas de los cuerpos se mueven en las sombras de la clandestinidad, contrariando el orden político y legal del régimen autoritario que censura la circulación de los relatos. Es en este punto en donde Piglia enuncia la imposibilidad de constituir una sociedad que desconozca sus historias, su pasado, su memoria, que conforman la identidad de un pueblo. ¿ Cómo sin memoria puede una sociedad subsistir? Podrá la conciencia artificial de la Eterna como máquina de relatos suplir ese lugar vacante dejado por el enmudecimiento de la ciudad esta parece ser la hipótesis que Piglia intenta demostrar en la trama de la Ciudad ausente, ciudad ausente de relatos, mitos y que solo pueden ser recreados por la conciencia de la Eterna –parece que su naturaleza artificial opuesta a la naturaleza humana- la ha dotada de una valentía inconciente para no acallar nunca. “El poder político siempre es criminal, el presidente es un loco, sus ministros son todos psicópatas –dijo Fuyita”. La información que amablemente le suministra Fuyita a Junior no es como el mismo lo expresa por razones monetarias sino para que el gobierno no desactive la máquina.
Las imágenes diversas de la ciudad producen el efecto de constituir un objeto estético expresionista por las tonalidades y sombras que transmite el escenario de la maqueta urbana que funciona como una máquina sinóptica, generadora de diversos escenarios e historias. El poder político se presenta con un plan para eliminar la resistencia que representa la máquina de Macedonio.
“Le tengo un material que me gustaría que usted lo analice, señor Junior”, de esta manera Fuyita se presenta ante Junior, cuando él recorría el museo y le dice que es espía y trabaja para el Ing. Richter, quién colaboró con Macedonio en el diseño de la máquina y tiene los documentos que lo demuestran.
Junior al despedirse de Fuyita recibe un sobre con un relato llamado los nudos blancos. “Una historia explosiva, las ramificaciones paranoicas de la vida de la ciudad”.
En esta historia esta la clave de quién habita en la máquina de Macedonio, “estaba seguro de haber muerto y de que alguien había incorporado su cerebro (a veces decía su alma) a una
máquina”- dijo Elena al internarse en la clínica. “No era una pesadilla, era la certidumbre de que el hombre que la amaba la había rescatado de la muerte y la había incorporado a un aparato que transmitía sus pensamientos. Era eterna y desdichada”. Los nudos blancos son las zonas de la condensación de la memoria que producen el relato de la novela.
Los relatos fragmentarios se organizan entre sí conformando la trama novelística, de esta manera la “ciudad ausente” se constituye en un género híbrido entre el cuento –pequeños relatos- que se hilvanan para alcanzar la categoría de novela. Las pequeñas historias o relatos como: la historia de Jim Nolan y Anna Livia Plurebelle, la del pájaro metálico en donde se conocen Carola Lugo y Russo, historias políticas Peron/ Richter y las policiales del enemigo de Macedonio, Lugones y su hijo el comisario.
“La ciudad ausente es una novela sobre el arte de narrar” . Narrar/Cantar representa la estructura de los relatos, presentados en los voces de sus personajes, Molly, cantante que como una artista barda cuenta historias al ritmo del folk-irlandés. Piglia introduce el ritmo de la narración como una música para los oídos. Narrar/Canta simboliza la idea de “la Cantora”, figura mitológica del narrar a través del ritmo de la canción.
Cuando la novela intenta explicar quién habita en la máquina de Macedonio, la estructura narrativa adopta la forma de la ciencia ficción en : “Elena intenta huir antes que la desconecten, el Tano salía del subte de diagonal, su cuerpo se paso sobre las vidrieras del Trust Joyero, eran las tres de la tarde. El subsuelo del Mercado del Plata se comunicaba son las calles que cruzaban por debajo de la 9 de Julio y con los pasillos del subte de la estación C. Pellegrini, donde confluían todas las líneas de la ciudad. Elena y el Tano huyen por los recintos ocultos de la ciudad y llegan nuevamente al museo que como máquina sinóptica, en una silla baja un hombre tañe la guitarra, esta es la réplica del escenario iluminado con Molly Malone cantando. En otro espacio dos gauchos que cruzan a caballo la línea de fortines”, y luego “en el pasado todos habíamos entendido el sentido de las palabras, los nudos blancos estaban grabados en el cuerpo como una memoria colectiva”, es la clave del lenguaje, el único rastro de ese idioma original eran los signos dibujados en el caparazón de las tortugas marinas, imágenes o figuras que componen un idioma pictográfico, mito fundante del inicio lenguaje en la historia de la humanidad.
En su búsqueda Junior va uniendo relatos que lo conducirán al develamiento del misterio de la máquina de Macedonio y lo llevará unir la ciudad con el campo, Bolivar, y a las islas del Tigre.
Al principio la máquina se equivocaba, el error es el primer principio. La máquina disgrega “espontáneamente” los elementos del cuento de Poe y los transforma en los núcleos potenciales de la ficción, así había surgido la trama inicial, el mito de origen. La investigación de Junior lo lleva a deducir que Stevensen había trabajado con Macedonio en la programación de la máquina. Junior se dirige a hablar con la hija de Stevensen, Ana, quien tiene el mayor centro de documentación y de reproducciones clandestinas del museo de la novela, y él dice: “tenía todas las series y todas las variantes y las distintas ediciones y vendía las cintas y los relatos originales”. “Algunos creían que tenía conexiones clandestinas con la máquina”. Una gran foto de Macedonio Fernández cubría la pared del fondo de la librería.
Las Isla del Tigre es el lugar en donde se han abierto los nudos blancos. Estas islas tendrian el secreto del habla que permiten comprender el proceso del relato en la máquina de Macedonio, así la isla es el espacio del lenguaje de la memoria, diferentes lenguas se hablan en diferentes momentos históricos, la narración como la palabra que no cesa de fluir, como la corriente inagotable de un río. “Torrente de relatos historias iconexas, que fluyen como la corriente impetuosa de un río” –en p.156/166-. En la isla solo conocen una lengua por vez, el lenguaje es un sistema de signos en persistente mutación, que produce incertidumbre por la forma incierta de su realidad. El contenido del Finnegan es el libro único que define la tradición del lugar ya que contiene todas las lenguas habladas en diferentes períodos.
El tiempo presente novelístico se ubica en: “Hace quince años que cayo el muro de Berlín y lo único que queda es la máquina, y no hay otra cosa...”. Para Piglia la Eterna es como la Diosa Historia y por ello solo con la destrucción del mundo y el aniquilamiento de todos los humanos se podrá callar a la máquina de Macedonio. La memoria como matriz de los relatos, representada en la máquina de Macedonio como conciencia de capacidad ilimitada en la generación de narraciones. Las palabras finales de la máquina de Macedonio reflejan en plenitud su ser:“soy la cantora, la que canta, estoy en la arena, cerca de la bahía”.

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